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sábado, 14 de septiembre de 2013

EDUARDO RUBIANES

LA ESQUINA:               AQUELLOS AÑOS 


            Amigos: “Pienso que un héroe es cualquier persona que trata de hacer del mundo, un lugar mejor para vivir” ( Maya Angelou). “El corazón no muere cuando deja de latir, el corazón muere cuando los latidos no tienen sentido” (Anónimo).  Amigos, no sé por qué, pero escuchando la banda sonora de Memorias de Africa, embalsamada en una sublime sensibilidad, cosa que me embriaga los sentidos. Me lleva a los recuerdos de mi niñez y adolescencia en Villagarcía de Arosa.  Dicen que la casa de uno, es donde es feliz, y yo añado, y en donde están enterrados tus antepasados, ellos marcan los antecedentes históricos  de tu familia, de tus seres queridos. Por ello, aunque  te encuentres en el punto más alejado del planeta, siempre llevas en el corazón, los amigos del barrio, de tu calle, en donde jugabas y eras feliz, aquellos pequeños vecinos, eran tu vida social, tu círculo, tu tiovivo real,  en donde, te metías y no parabas de dar vueltas, hasta que una voz desde el balcón, oías: Nené a merendar, mi madre, siempre pendiente.. La Calle Romero Ortiz, la Valentín Viqueira, hoy la Baldosa, eran nuestras repúblicas, nuestro territorio conquistado, por derecho de nacimiento, más tarde, fuimos conquistando, la calle Mendez Nuñez, La Alameda, incluso, llegamos a ser señores feudales, de la calle Gonzalez Garra, hoy  Alcalde Rey Daviña,  pero cuando se inundaba, nos retirábamos a los cuarteles, no teníamos navíos de gran tonelaje, para surcar aquellas aguas turbulentas. Ahí es cuando aparecían los piratas, a robarnos ese rio, la calle del Rio, luego nos enteramos que eran empleados del Concello.  Gracias siempre, amigos, Manuel Deaño, Javier, Pepe, Felo, Toti, Gerardo, Manolo Porto, Alvarito, y tantos, que no cabrían aquí y nunca se marcharán de mi corazón. Las calles adoquinadas de aquella Villagarcía, eran campos sembrados de fina hierba para nosotros, y el mar, era nuestra esencia, a pocos metros,  oíamos, su lenguaje, su sabor, su olor, lo sentíamos, estaba dentro de nuestro ser. Pescar, nadar, echar a navegar barcos de corcho  con vela y timón, pero sobre todo, aquellos atardeceres, cuando se ponía el sol, por el Barbanza, reflejando sus rayos en nuestro mar y nuestras ventanas, a 5 metros de nuestras casas. Que belleza, que sabor a miel salada. Que olor a yodo,  pescadores, mariscadores, y bares, vivían, de, por y para ese maravilloso mar, amigo y compañero inseparable, de juegos de mi niñez, y nunca te fallaba, siempre estaba a la hora que lo llamases, siempre ahí, más lejos o más cerca, pero, allí estaba para todos. Hoy nuestros hijos, ya no tienen ese olor, ese sabor a miel salada, no saben pescar, no van a Calicó, a comprar, 20 pesetas de anzuelos y plomos. La Asociación Patrimonio de Villagarcía, realiza una labor, insustituible en la recuperación, y conservación de los elementos más significativos de aquella época dorada que el paso y el peso del tiempo arrincona o hace desaparecer debajo de cualquier matorral. Por cierto, ya es hora que el obelisco, de las 4 y diez, vuelva a su sitio original  en la Plaza de Galicia, antes que alguien lo haga desaparecer misteriosamente. Como lo demás, animo amigo Juan Carlos, desde aquí mi apoyo incondicional. Un pueblo no tiene futuro si olvida su pasado.  Seguiremos con esto. Un saludo amigos. Saude e Terra.                               Fdo. Eduardo Rubianes Calvo 

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