LA ESQUINA: PROSA EN TU MIRADA.
.Abro el
umbral de tus ojos, que se posan clandestinos sobre mi cara. Me acerco
lentamente a tu contorno, que se mece en la incertidumbre del sigilo. Tú y yo
nos encontramos en el borde del silencio, terminamos unidos como el mar y el
sol en un horizonte. Translúcidos y limpios nos sentimos el uno frente al otro,
el tiempo se esfumó entre nuestros besos y se llevó las tristezas y las
mentiras, tú eres para mi la verdad, la mañana, la fresca primavera. Yo soy
para ti, un ángel, un mundo y el guardián de tus deseos, la pasión se
desbordaba por nuestros cuerpos, fluía entre torrentes de sudor y sal, tu piel
era picante, pero tus labios eran dulces y sabían a canela. Tu pelo reflejaba
el sol y el fuego de una guerra, mis manos eran la calma que rozaba tu cadera.
En tu pecho crecían lirios, que mimaba con dulzura, tu mirada con enigma me
mostraba la ternura. Queridos amigos,
vosotros diréis, ¿sigo con esto o pasamos al ataque y hablamos de los precios,
de los políticos, de la opresión de este régimen disfrazado de democracia, que aniquila al más
débil, al obrero, al enfermo, al anciano, conculcándole sus derechos y
libertades más elementales y hace medrar al que mas tiene a costa de los otros.
Para ello utilizan diversas triquiñuelas fascistas pero sibilinas y disfrazadas
de Blancanieves o del Pato Donald?. En fin, amigos, como me da tanto asco todo ello, pero asco de
verdad, mejor sigo con lo anterior y a estos los mandamos a la mierda de una
puñetera vez, ya huelen de lo podridos que están. Las mañanas eran simples como olvidar la
alborada, tú apagabas la colilla, yo enfocaba mi mirada ahí mismo en la
incertidumbre de tu sigilo, ahí mismo en el umbral de tus ojos. “ Salió para
ver si el buzón el cartero había dejado alguna correspondencia, facturas,
propaganda, revistas, nada importante, cuando tiró todo sobre la mesa, pudo
notar que entre ellas había una carta, la miró por un instante, la abrió, era
de Aníbal, aquel hombre que amó tanto, y por su culpa enfermó. ¿Porqué le
escribía ahora?, ¿Por qué volvía a lastimar su herida?, nunca lo había dejado
de querer a pesar de su partida, pero ya se había resignado y propuesto
olvidarlo. Mi querida Alma: hoy en mi rincón sagrado y con la luz del sol, he
decidido escribirte para decirte lo que antes no pude. Perdóname, juré no
dejarte sola nunca, te prometí que jamás te abandonaría. Pero las cosas no
salieron como yo quería. Te amé con locura, eras mi flor, me gustaba sentir tu
aroma de jazmín, tus besos me transportaban a la luna y tus caricias al cielo.
Nunca me hubiera separado de ti, te adoré mujer, como se quiere a la vida, el
destino traicionó cruelmente nuestro amor. Se cuanto me amaste, cuanto has
sufrido por mí. Me siento en otro mundo, siento paz, un silencio, pero cuando
camino siento tus sollozos y puedo ver tu sombra. Quisiera volver a besarte,
abrazarte con ternura, sentarme contigo en un lucero, muy cerca de la luna,
cantarte en el oído tu canción favorita. Nada de eso puede ser posible. ¡Como
quisiera que estuvieras junto a mi!. Pero no soy quien para pedirte que me
acompañes en mi soledad eterna. Porque vivir sin ti, es como estar sólo por
toda la eternidad, te fallé, no cumplí lo que te prometí, pero te juro mi amor,
que hice hasta lo imposible por hacerte feliz y estar a tu lado para siempre,
la mala suerte se atravesó en mi camino y lo que pudo ser una gran felicidad,
un amor casi eterno, se terminó sin aviso, sin despedida, sin un beso y un te
quiero. Quiero que sepas que a pesar de la distancia que nos separa nunca te he
dejado de amar. Quiero que sepas, que nunca te abandoné, me separaron
bruscamente de ti, eres mi ángel, ese ángel que dejé sin compañía. Te veo todos
los días y te cuido como un día cuidé a mi vida. Eres mi cielo, la luz que
alumbra esa oscuridad que me ciega el camino para llegar a donde tú estás,
quisiera estar junto a ti de noche y de día. Te quiero Alma mía, cuídate mucho
para mí, no hagas locuras. Un amor como el nuestro ni en el cielo termina. No
puedo escribir más, mis lágrimas de sangre lastiman mi espíritu. Nos volveremos
a ver, te volveré a besar, cuando el destino así lo permita. Aníbal.- Alma despertó sobresaltada, lloraba, mojaba
su almohada. Estiró su brazo, no tocó nada. No había nadie en su cama. Estaba
sola, todo había sido una hermosa pesadilla. Había soñado con Aníbal, el único
amor de su vida. ¡Que carta de amor tan
bonita le había mandado desde el cielo!, en ese sueño se lo había dicho todo.
Aníbal había muerto hacía un año. No la había abandonado, porque desde el más
allá la seguía amando. Dedicado a todos los que creen en el amor. Un saludo
amigos-
Fdo. Eduardo Rubianes Calvo
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