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sábado, 11 de julio de 2015

EDUARDO RUBIANES

LA ESQUINA:                               PROSA EN TU MIRADA.


                                          .Abro el umbral de tus ojos, que se posan clandestinos sobre mi cara. Me acerco lentamente a tu contorno, que se mece en la incertidumbre del sigilo. Tú y yo nos encontramos en el borde del silencio, terminamos unidos como el mar y el sol en un horizonte. Translúcidos y limpios nos sentimos el uno frente al otro, el tiempo se esfumó entre nuestros besos y se llevó las tristezas y las mentiras, tú eres para mi la verdad, la mañana, la fresca primavera. Yo soy para ti, un ángel, un mundo y el guardián de tus deseos, la pasión se desbordaba por nuestros cuerpos, fluía entre torrentes de sudor y sal, tu piel era picante, pero tus labios eran dulces y sabían a canela. Tu pelo reflejaba el sol y el fuego de una guerra, mis manos eran la calma que rozaba tu cadera. En tu pecho crecían lirios, que mimaba con dulzura, tu mirada con enigma me mostraba la ternura.  Queridos amigos, vosotros diréis, ¿sigo con esto o pasamos al ataque y hablamos de los precios, de los políticos, de la opresión de este régimen  disfrazado de democracia, que aniquila al más débil, al obrero, al enfermo, al anciano, conculcándole sus derechos y libertades más elementales y hace medrar al que mas tiene a costa de los otros. Para ello utilizan diversas triquiñuelas fascistas pero sibilinas y disfrazadas de Blancanieves  o del Pato Donald?.  En fin, amigos,  como me da tanto asco todo ello, pero asco de verdad, mejor sigo con lo anterior y a estos los mandamos a la mierda de una puñetera vez, ya huelen de lo podridos que están.  Las mañanas eran simples como olvidar la alborada, tú apagabas la colilla, yo enfocaba mi mirada ahí mismo en la incertidumbre de tu sigilo, ahí mismo en el umbral de tus ojos. “ Salió para ver si el buzón el cartero había dejado alguna correspondencia, facturas, propaganda, revistas, nada importante, cuando tiró todo sobre la mesa, pudo notar que entre ellas había una carta, la miró por un instante, la abrió, era de Aníbal, aquel hombre que amó tanto, y por su culpa enfermó. ¿Porqué le escribía ahora?, ¿Por qué volvía a lastimar su herida?, nunca lo había dejado de querer a pesar de su partida, pero ya se había resignado y propuesto olvidarlo. Mi querida Alma: hoy en mi rincón sagrado y con la luz del sol, he decidido escribirte para decirte lo que antes no pude. Perdóname, juré no dejarte sola nunca, te prometí que jamás te abandonaría. Pero las cosas no salieron como yo quería. Te amé con locura, eras mi flor, me gustaba sentir tu aroma de jazmín, tus besos me transportaban a la luna y tus caricias al cielo. Nunca me hubiera separado de ti, te adoré mujer, como se quiere a la vida, el destino traicionó cruelmente nuestro amor. Se cuanto me amaste, cuanto has sufrido por mí. Me siento en otro mundo, siento paz, un silencio, pero cuando camino siento tus sollozos y puedo ver tu sombra. Quisiera volver a besarte, abrazarte con ternura, sentarme contigo en un lucero, muy cerca de la luna, cantarte en el oído tu canción favorita. Nada de eso puede ser posible. ¡Como quisiera que estuvieras junto a mi!. Pero no soy quien para pedirte que me acompañes en mi soledad eterna. Porque vivir sin ti, es como estar sólo por toda la eternidad, te fallé, no cumplí lo que te prometí, pero te juro mi amor, que hice hasta lo imposible por hacerte feliz y estar a tu lado para siempre, la mala suerte se atravesó en mi camino y lo que pudo ser una gran felicidad, un amor casi eterno, se terminó sin aviso, sin despedida, sin un beso y un te quiero. Quiero que sepas que a pesar de la distancia que nos separa nunca te he dejado de amar. Quiero que sepas, que nunca te abandoné, me separaron bruscamente de ti, eres mi ángel, ese ángel que dejé sin compañía. Te veo todos los días y te cuido como un día cuidé a mi vida. Eres mi cielo, la luz que alumbra esa oscuridad que me ciega el camino para llegar a donde tú estás, quisiera estar junto a ti de noche y de día. Te quiero Alma mía, cuídate mucho para mí, no hagas locuras. Un amor como el nuestro ni en el cielo termina. No puedo escribir más, mis lágrimas de sangre lastiman mi espíritu. Nos volveremos a ver, te volveré a besar, cuando el destino así lo permita. Aníbal.-  Alma despertó sobresaltada, lloraba, mojaba su almohada. Estiró su brazo, no tocó nada. No había nadie en su cama. Estaba sola, todo había sido una hermosa pesadilla. Había soñado con Aníbal, el único amor de su vida.  ¡Que carta de amor tan bonita le había mandado desde el cielo!, en ese sueño se lo había dicho todo. Aníbal había muerto hacía un año. No la había abandonado, porque desde el más allá la seguía amando. Dedicado a todos los que creen en el amor. Un saludo amigos-   
 Fdo. Eduardo Rubianes Calvo

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