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sábado, 28 de septiembre de 2013

EDUARDO RUBIANES

LA ESQUINA:         PROMESA CUMPLIDA

                Amigos: “Arrancaron nuestros frutos, cortaron nuestras ramas, quemaron nuestro tronco. Pero no pudieron matar nuestras raíces” (Poema Náhuati,) “ Al rio que todo lo arranca lo llaman violento, pero nadie llama violento al lecho que lo oprime” (Bertolt Brecht).  En ocasiones, los seres humanos, nos comportamos como verdaderos, entes sin raciocinio, con una crueldad sin límites hacia otro de su misma especie. Sobre esto trata hoy. Os daréis cuenta el  por qué digo esto. Te escribo esta carta a ti, querido esposo, con las pocas fuerzas que me quedan, después de la última riña contigo. Recuerdo cuando nos conocimos, lo caballero que eras, elegante, atento, educado, un hombre como pocos según mis ciegos ojos y a pesar de tu mala actitud no me daba cuenta de nada y me fui enamorada como una loca por ti. Dependía de tus caprichos, pero sin duda me convenciste, que eras con el que deseaba pasar el resto de mi vida. Una tarde vestida de blanco, ilusionada, recorrí el sendero para llegar a ti, con l esperanza que nuestro mundo sería siempre de color de rosa y llegó el tan ansiado “hasta que la muerte nos separe”, todos aplaudieron, tus ojos brillaron, sellaste el pacto con besos de sangre invisible, fiesta y sólo 2 semanas de vida armoniosa. Porque un día te enfadaste porque tu camisa preferida no estaba planchada, ahí comenzó todo. Me golpeaste y saliste apresurado. Pensé, tengo la culpa, por no tener su ropa preparada. Te perdoné, como si no hubiera pasado nada. Con la llegada de los niños, este mal trato fue continuo, te incomodaban sus gritos, y sus lloriqueos, me golpeabas diciéndome que era la forma de demostrarme tu cariño, y yo lo creía, necesitaba hacerlo, porque te amaba y no podía dejarte, la excusa de siempre, ¿Qué dirían de mi?,o los niños tan pequeños, y necesitan a su papa, siempre te justificaba por no aceptar que era mi cobardía, por el miedo a la soledad. A veces tus golpes ya no me dolían, fuiste cruel y yo cobarde, hicimos de esto una rutina, me pegabas para reafirmar tu jerarquía, tu eras el que manda, yo tan solo tu mujer. Esta noche me golpeaste como nunca en el vientre, la cara y todo el cuerpo, casi me desvanecí. Te asustaste y saliste despavorido, tome fuerzas no sé de dónde y salí a denunciarte, ya en medio de la calle caí inconsciente, mientras me llevan al hospital, voy pensando, que se cumplirá, solo la muerte nos va a separar, una promesa que cumpliremos, una muerte que loca y ansiosa en tus manos fui a encontrar, por amarte, ser cobarde, y no soportar el qué dirán. Llega el fin, mis hijos lloran, tú también e imploras mi perdón, llevándome flores. Te dejo amor mío, por fin la muerte nos separa, cumplí mi promesa, mi cuerpo y mi alma por fin no sienten dolor.  FIN.  Esto lo hay que evitar, cueste lo que cueste amigos. Un saludo. Saude e Terra.                                                                       Fdo. Eduardo Rubianes Calvo                                

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