LA
ESQUINA: PROMESA CUMPLIDA
Amigos: “Arrancaron nuestros frutos, cortaron
nuestras ramas, quemaron nuestro tronco. Pero no pudieron matar nuestras
raíces” (Poema Náhuati,) “ Al rio que todo lo arranca lo llaman violento, pero
nadie llama violento al lecho que lo oprime” (Bertolt Brecht). En ocasiones, los seres humanos, nos
comportamos como verdaderos, entes sin raciocinio, con una crueldad sin límites
hacia otro de su misma especie. Sobre esto trata hoy. Os daréis cuenta el por qué digo esto. Te escribo esta carta a
ti, querido esposo, con las pocas fuerzas que me quedan, después de la última
riña contigo. Recuerdo cuando nos conocimos, lo caballero que eras, elegante,
atento, educado, un hombre como pocos según mis ciegos ojos y a pesar de tu
mala actitud no me daba cuenta de nada y me fui enamorada como una loca por ti.
Dependía de tus caprichos, pero sin duda me convenciste, que eras con el que
deseaba pasar el resto de mi vida. Una tarde vestida de blanco, ilusionada,
recorrí el sendero para llegar a ti, con l esperanza que nuestro mundo sería
siempre de color de rosa y llegó el tan ansiado “hasta que la muerte nos
separe”, todos aplaudieron, tus ojos brillaron, sellaste el pacto con besos de
sangre invisible, fiesta y sólo 2 semanas de vida armoniosa. Porque un día te
enfadaste porque tu camisa preferida no estaba planchada, ahí comenzó todo. Me
golpeaste y saliste apresurado. Pensé, tengo la culpa, por no tener su ropa
preparada. Te perdoné, como si no hubiera pasado nada. Con la llegada de los
niños, este mal trato fue continuo, te incomodaban sus gritos, y sus
lloriqueos, me golpeabas diciéndome que era la forma de demostrarme tu cariño,
y yo lo creía, necesitaba hacerlo, porque te amaba y no podía dejarte, la
excusa de siempre, ¿Qué dirían de mi?,o los niños tan pequeños, y necesitan a
su papa, siempre te justificaba por no aceptar que era mi cobardía, por el
miedo a la soledad. A veces tus golpes ya no me dolían, fuiste cruel y yo
cobarde, hicimos de esto una rutina, me pegabas para reafirmar tu jerarquía, tu
eras el que manda, yo tan solo tu mujer. Esta noche me golpeaste como nunca en
el vientre, la cara y todo el cuerpo, casi me desvanecí. Te asustaste y saliste
despavorido, tome fuerzas no sé de dónde y salí a denunciarte, ya en medio de
la calle caí inconsciente, mientras me llevan al hospital, voy pensando, que se
cumplirá, solo la muerte nos va a separar, una promesa que cumpliremos, una
muerte que loca y ansiosa en tus manos fui a encontrar, por amarte, ser
cobarde, y no soportar el qué dirán. Llega el fin, mis hijos lloran, tú también
e imploras mi perdón, llevándome flores. Te dejo amor mío, por fin la muerte
nos separa, cumplí mi promesa, mi cuerpo y mi alma por fin no sienten
dolor. FIN. Esto lo hay que evitar, cueste lo que cueste
amigos. Un saludo. Saude e Terra. Fdo. Eduardo Rubianes Calvo
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