LA ESQUINA:
EL MIRAR DE TUS OJOS
Amigos: “Los corderos van al matadero. No se dicen nada ni esperan nada. Pero al
menos no votan ni son cómplices del matarife que los sacrificará ni del burgués
que se los comerá”. (Octave Mirbeau). “El amor es como D, Quijote; cuando
recobra el juicio, es para morir”. (Jacinto Benavente). Miro el umbral de tus
ojos, que se posan clandestinos sobre mi cara. Me acerco lentamente a tu
contorno, que se mece en la incertidumbre del sigilo. Tú y yo nos encontramos
en el borde del silencio, terminamos unidos como el mar y el sol en un
horizonte. Translúcidos y limpios nos sentimos el uno frente al otro, el tiempo
se esfumó entre nuestros besos y se llevó las tristezas y las mentiras, tú eres
para mi la verdad, la mañana, la fresca primavera. Yo soy para ti, un ángel, un
mundo y el guardián de tus deseos, Tu pelo reflejaba el sol y el fuego de una
guerra, mis manos eran la calma que rozaba tu cadera. En tu pecho crecían
lirios, que mimaba con dulzura, tu mirada con enigma me mostraba la
ternura. Queridos amigos, vosotros
diréis, ¿sigo con esto o pasamos al ataque y hablamos de los precios, de los
políticos, de la opresión de este Sistema
que nos devora por cientos, día a día?, No, hoy no me da la gana y sigo,- las mañanas eran simples como olvidar la
alborada, tú apagabas la colilla, yo enfocaba mi mirada ahí mismo en la
incertidumbre de tu sigilo, ahí mismo en el pestañeo de tus ojos. “ Salió para
ver si el buzón el cartero había dejado alguna correspondencia, facturas,
propaganda, revistas, nada importante, cuando tiró todo sobre la mesa, pudo
notar que entre ellas había una carta, la miró por un instante, la abrió, era
de Aníbal, aquel hombre que amó tanto, y por su culpa enfermó. ¿Porqué le
escribía ahora?, ¿Por qué volvía a lastimar su herida?, nunca lo había dejado
de querer a pesar de su partida, pero ya se había resignado y propuesto
olvidarlo. Mi querida Alma: hoy en mi rincón sagrado y con la luz del sol, he
decidido escribirte para decirte lo que antes no pude. Perdóname, juré no
dejarte sola nunca, te prometí que jamás te abandonaría. Pero las cosas no
salieron como yo quería. Te amé con locura, eras mi flor, me gustaba sentir tu
aroma de jazmín, tus besos me transportaban a la luna y tus caricias al cielo.
Nunca me hubiera separado de ti, te adoré mujer, como se quiere a la vida, el
destino traicionó cruelmente nuestro amor. Se cuanto me amaste, cuanto has
sufrido por mí. Me siento en otro mundo, siento paz, un silencio, pero cuando
camino siento tus sollozos y puedo ver tu sombra. Quisiera volver a besarte,
abrazarte con ternura, sentarme contigo en un lucero, muy cerca de la luna,
cantarte en el oído tu canción favorita. Nada de eso puede ser posible. ¡Como
quisiera que estuvieras junto a mi!. Pero no soy quien para pedirte que me
acompañes en mi soledad eterna. Porque vivir sin ti, es como estar sólo por
toda la eternidad, te fallé, no cumplí lo que te prometí, pero te juro mi amor,
que hice hasta lo imposible por hacerte feliz y estar a tu lado para siempre,
la mala suerte se atravesó en mi camino y lo que pudo ser una gran felicidad,
un amor casi eterno, se terminó sin aviso, sin despedida, sin un beso y un te
quiero. Quiero que sepas que a pesar de la distancia que nos separa nunca te he
dejado de amar. Quiero que sepas, que nunca te abandoné, me separaron
bruscamente de ti, eres mi ángel, ese ángel que dejé sin compañía. Te veo todos
los días y te cuido como un día cuidé a mi vida. Eres mi cielo, la luz que
alumbra esa oscuridad que me ciega el camino para llegar a donde tú estás,
quisiera estar junto a ti de noche y de día. Te quiero Alma mía, cuídate mucho
para mí, no hagas locuras. Un amor como el nuestro ni en el cielo termina. No
puedo escribir más, mis lágrimas de sangre lastiman mi espíritu. Nos volveremos
a ver, te volveré a besar, cuando el destino así lo permita. Aníbal.- Alma despertó sobresaltada, lloraba, mojaba
su almohada. Estiró su brazo, no tocó nada. No había nadie en su cama. Estaba
sola, todo había sido una hermosa pesadilla. Había soñado con Aníbal, el único
amor de su vida. ¡Que carta de amor tan
bonita le había mandado desde el cielo!, en ese sueño se lo había dicho todo.
Aníbal había muerto hacía un año. No la había abandonado, porque desde el más
allá la seguía amando. Dedicado a todos los que creen en los sentimientos. Un
saludo amigos- Saude e Terra
Fdo. Eduardo Rubianes Calvo.-
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